Me prometió no abrir los ojos hasta que huviéramos llegado, y cumplió su promesa. Mantenía los ojos cerrados, esperando mi permiso para poder abrirlos. Yo en vez de centrarme en lo que me tenía que centrar estaba más pendiente a él, observando sus movimientos, que a otra cosa. Pero conseguí concentrarme, lo saqué del bolso, la verdad, pesaba bastante.
- Ya puedes abrirlos cariño. - le dije-.
Abrió los ojos y empezó a obserbar a su alrededor. Ví su cara, su expresión, sus ojos emocionados al ver de qué trataba la cosa.
- No puede ser..- me dijo con incertidumbre-.
Le mostré el candado, me lo colgué de la mano, lo miro por un instante y expuso esa sonrisa que solo él sabe. Me acerqué a la barandilla y lo cerré.
- Te dije que prometo lo que cumplo, bueno, pues aquí lo tienes. - Dije con aire de listilla, aunque en el fondo, estaba más nerviosa que él-.
- Pff no puede ser, ¿enserio?- Me miró sin poderselo creer-.
- Y tan enserio. - Tiré las llaves al agua, llendosé con ellas todos mis miedos y quedandome repleta de ilusión-.
Me mira con inquietud, sin saber muy bien que hacer.
- Te lo dije, ¿estás dispuesto?- Dije con nerviosismo-.
- ¿Para siempre?- Me preguntó-.
Asentí con la cabeza.
- Para siempre.- Pronunció las palabras a la vez que tiraba las llaves-.
Me cogió de la cintura y me dió el beso más dulce jamás dado. Y así se perdieron, las llaves en el fondo del agua, y ahí perdurará el candado, mostrando mucho más que un trozo de hierro,
más bien, mostrando nuestra alianza, por los siglos de los siglos.
Y así concluyó, PARA SIEMPRE.
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