Día a día.
Llego a casa, me pongo mi blusa nueva color azul perdido, abro el zapatero y cojo los tenis, los más usados, viejos y feos que tengo, esos color amarillo chillón con las suelas gastadas, y me los pongo. Abro el cajón y cojo mis auriculares, lo enciendo y le doy al play, me daba igual la canción que tocara, lo pongo al máximo volumen, hasta el punto en el que pienso que los tímpanos me van a estallar. Y salgo a la calle, esta diluviando, pero me da igual. Salgo del portal, y siento como la lluvia me cala los huesos. Y empiezo a chillar, a saltar, a correr, me miro en un escaparate y me parto el culo de ver las pintas que llevo. La gente me mira raro y empieza a hablar sobre mí, yo parezco más loca todabía. Y me gusta. Compro un spray y empiezo a pintar. Me compro un litro de cerveza y la derramo delante de un vagabundo, viendo como se queda super pillado, le doy un billete de 50 euros que llevaba en la cartera, para que se diera un gusto en su triste vida, y yo, de mientras, estoy sentada en un banco, empapada, riendome de todo, y de nada a la vez. Y cuando no me quedan más fuerzas, se me cae el mundo encima.
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