14.1.11

El juego de la gallinita ciega.

Es frustante cómo puedes llegar a necesitar a una persona, todo, absolutamente todo de ella.. Todabía me acuerdo cuando híbamos en el coche y sólo podía conducir con una mano, la otra la tenía demasiada ocupada aferrada a mi cintura. Cuando estábamos en el parque, viendo como se ponía el crepúsculo, esos piques que le entraba al ver que jugaba mejor que el al fútbol, esos besos que me daba, cada uno era cómo si fuera el primero.Me vienen las imágenes a la cabeza, al pensar en esos ''Buenos días princesa''  que tanto me gustaban. Aquel día en el que discutimos y vino a mi casa, sin paraguas, mojado, expresamente para asegurarse que todavía tenía la razón de su sonrisa, que según el; era yo. También recuerdo aquel día paseando, en el que nos la encontramos, a las que tú calificabas como ''amigas''. Y resultaron ser más que eso. Sobre todo recuerdo cómo me miraba, no sabría describir esa mirada, era una mezcla de estar esperando algo, de superioridad, de calificación, se sentía inmune a cualquier cosa. Haciendo de ello que los que pasaran a su lado empequeñecieran. Me sentí mal.
¿De que otra forma podría sentirme? Me sorprendió al ver que la elegida fuera ella.. sí, he dicho elegida. Supuestamente ese puesto era mío, pero vaya dejémoslo en un ''supuestamente''. Fue demasiado efímero, demasiado rápido, demasiado..¿indoloro? en fin, fuere lo que fuere, no duró mucho, y alfin y al cabo eso es lo que cuenta.

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